Choque con la realidad

La Navidad es esa época del año donde todos nos queremos, somos felices por obligación, podemos volver a ser niños y emocionarnos con la Cabalgata de Reyes pero también es esa época donde decimos: un trozo de roscón más, ya no se va a notar después de 20 langostinos, 15 canapés y una paletilla de cordero con patatas ( mira que salió bueno el de Navidad)

Pero llega el momento que se acaba el último trozo de roscón y  la excusa de que el turno de noche te da hambre se agota,  que decides que por una vez en tu vida, no te vas a enfadar con los Reyes por regalarte una báscula (yo la pedí pero vamos, que también pedí un viaje a Edimburgo y no he visto ningún billete de avión ) y que vas a usarla.

Zas!! La leche contra la realidad se ha debido oír hasta en Edimburgo y deben estar pensando: ¿ que ha sido ese golpe? La báscula es muy chivata y no sirve la frase muy manida de ”tengo los huesos anchos” , que este cacharrito te dice peso, grasa, agua, y hasta si va a llover y por si quieres huir te manda la información al móvil y este te va dando la murga con que tienes un objetivo, que debes llegar a él y que te va a compensar con una medalla.

Pues aqui estoy yo subida en mi Nokia Body+, recién levantada después de una noche más o menos tranquila de #BabyInés, intentando pensar que todo es una pesadilla... pero no lo es. No me ha sobrado el último trozo de roscón, me han sobrado todas las comilonas desde que dimos el pistoletazo de salida de las fiestas con la comida de “empresa” el día 16 de diciembre. No es que no supiera que tenía sobrepeso, lo que pasa es que verlo reflejado duele.

Ahora a empezar la dieta, he decidido probar la dieta de Herbalife por una sencilla razón, parece fácil y así tengo que justificar ante alguien mis pesajes, y aunque sea por amor propio pues espero no tirar la toalla. Mis expectativas ante esta dieta son pocas porque como he hecho tantas, ya no espero grandes milagros. Pero estoy decidida a qué puede funcionar. También tengo claro que si no funciona, pues intentaré otra dieta, pero tengo que conseguir subir las escaleras sin parecer Robocop por él chirrido de mis rodillas.

La dieta consiste en dos sustitutivos de comidas: desayunos y cenas, y luego un almuerzo, una comida y merienda de ingesta más o menos libres de cantidad y con todo tipo de alimentos. Yo me he hecho un menú semanal para no improvisar mucho y que con la excusa de que me falte algo, pues me salte la dieta. Entonces hoy mi menú es:
  • Desayuno: batido caliente de sabor Capuccino
  • Almuerzo: yogurt líquido 0% con grosellas y 4!avellanas
  • Comida: ensalada de espinacas con  setas plancha, virutas de foie y nueces ( los jueves hay un ingrediente obligatorio y este jueves es el foie)
  • Merienda: torta de arroz integral con pavo y una naranja
  • Cena:  batido fresquito de sabor Chocolate. 
Si soy sincera, os aseguro que es mucho más de lo que como a diario, porque mi problema es que me gusta comer y muchas veces uso la comida para calmar mi ansiedad por el día a día. ¿Cuantos días no ha pagado la tableta de chocolate mis frustraciones? Pues día si y día también. Por ello mi alimentación se puede considerar sin miedo a equivocarse: desequilibrada. Pero en esta casa con 3 niños de alta demanda, y un bebé con mamitis, y un marido que es un autónomo enamorado de su familia que intenta conciliar su vida laboral con su vida familiar,  y  servidora, que para cuidar de todos se va a trabajar cuando todos descansan en turnos de 12 horas fines de semana y festivos, pues  es normal que se presenten momentos críticos donde o te comes algo o te pones a gritar como una loca porque ya está el salón como si hubiera pasado un huracán. Y claro, no vas a comer un tomate o apio; nooooo, coges los Weikis que tienes para el “pisco” de tus hijos y te saben a gloria.

Afronto el reto con ganas y espero que funcione y me ayude a conseguir mi meta.

304 días para los 40.

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