No todo se aprende...




Cuando somos pequeños nos enseñan a hablar, a caminar, a comer solos, leer, los colores... pero nadie nos enseña a decir adiós, nadie nunca me enseño a enfrentarme a la muerte.

En estos casi 40 años he vivido muertes mas o menos cercanas, algunas las recuerdo como simplemente algo que pasó, o las recuerdo con dolor, pero no por quien murió sino por sus familiares; esto último me paso con la muerte de mi tío, yo sabía que el estaba descansando pero me dolía ver a mi tía destrozada, asustada y perdida en lagrimas.
Quizás eso es lo que me da mas miedo de la muerte, el dolor que causa alrededor de la persona que muere.

Sé que en pocas horas o como mucho días, me voy a tener que enfrentar a esa situación, y tengo miedo... no es miedo a la muerte, es miedo a no saber responder ante el dolor de la persona a la que quiero con todo mi alma, a no saber explicar a mis hijos que ella ya no va a estar más...

Estos días, estamos viviendo un adiós continuo, parece que cada día se va un poquito de lo que era, ¿y que era? era una mujer pequeñita, fuerte a la vez que frágil, una luchadora que cuando ya no tenía que luchar por sus hijos, se agarró a sus nietos para sacar fuerza de flaqueza y atenderles con amor y ternura... con sus dolores se iba a la guardería a buscarlos, para darles de comer, consentirles y cubrir esos momentos que alguno de los padres no podíamos hacernos cargo. Y ese amor a los nietos es lo que le une ahora a la vida, esta agarrada a esos hilos con las pocas fuerzas que ya tiene. Hoy no ha abierto los ojos, no ha reaccionado a ningún estimulo, pero cuando le han puesto un audio de sus nietos diciéndola que la querían y que la mandaban besos, ahí ha sido cuando ha reaccionado, unos segundos pero ha vuelto a ser la abuela fuerte que ellos han conocido.

No sé cuando nos dirá adiós, pero yo ya me despedí de ella porque el recuerdo que quiero guardar es el de ella besando a sus nietos y dándoles una bolsa con bollycaos o huevos kinder... 

Escribiendo esto, me acabo de reír, recordando cuantas veces nos metíamos con su manía de comprarnos cosas, cuando aun no teníamos hijos, bueno realmente se las compraba a su hijo, pero siempre mandaba dos... recuerdo la época que le dio por comprar donetes, teníamos el armario lleno, pero era su modo de cuidarnos; la llamabas para preguntar que tal y siempre te ofrecía un tupper de sus lentejas (como estarían esas lentejas que hasta se lo agradecí en mi boda) o si no te hacia una tortilla de patatas con pimientos fritos, que era de quitar el hipo.

No se enfrentarme a la muerte, no se enfrentarme al adiós pero si sé que siempre me quedara el recuerdo de una suegra (que palabra mas fea para alguien como ella) que me dio su cariño, cuidó de mis hijos y parió a la persona que amo y que me salvo del abismo (eso os lo contaré otro día)

Pilar descansa, no te olvidaremos. 


Comentarios

Entradas populares