Comer o dormir, esa es la cuestión


reloj de marmota

A la gente que nos gusta comer, cualquier excusa nos sirve para montar una merienda, una comida, una cena, un brunch o simplemente un asalto a la nevera por las bravas a horas donde en la tele sólo echan la temporada 7 de Cuéntame. Y uno de los momentos que yo tengo asociados a comer, son las pausas del trabajo.

En el trabajo nos justificamos con frases del tipo "son 12 horas", "me apetecía algo dulce", "ahora en la linea lo quemo", "es que tengo sueño"... excusas que nos sirven para montar un banquete con cuatro sillas llenas de las cosas menos sanas que puedas encontrar en las máquinas de vending, o peor, traídas a proposito desde casa; y claro, todo ello regado por Coca-cola para combatir el sueño, eso si, light o zero... vamos como las que van a andar y luego desayunan un croissant a la plancha con café con sacarina. Hemos tenido noches de comer por comer y que aquello parecía una boda.

Ahora hay que compaginar esos hábitos arraigados con el hecho de estar a dieta y hay que sumarle los ritmos cambiados por trabajar de noche.

Puedo decir que esa primera noche la sobreviví a duras penas porque durante el día llevé el ritmo normal de niños, casa , compras... las comidas igual, el ritmo normal, desayuno, pisco, comida, y me llevé la merienda y la cena para hacerlas en el trabajo. Pregunte a mi asesora, porque claro eran muchas horas sin comer nada y me dijo que antes o después de la cena podía tomar un tentempié.

Allí me fui yo con mi mochila con medio litro de té verde fresquito, mi sándwich de pavo con mostaza y mi yogurt, unas tortitas de esas de los atracones con sabor de queso y trufa, y dos batidos, el de la cena y el de desayunar que tenía que tomarme de camino a casa. La verdad que la noche se hizo eterna y me pudo mas el sueño que él hambre, quizás porque tengo muy asumido mi necesidad de perder peso pero no sentí ansiedad y comí cuando me lo pidió mi cuerpo sin tener que tirar de agua para calmar mi “mono” de comida. Pero el sábado lo que tenía mi cuerpo era sueño, muuuucho sueño, y la vuelta en coche fue muy dura. Ni abrir las ventanillas, ni el aire acondicionado, la música alta, y se me cerraban los ojos y no podía luchar contra ellos. A duras penas llegue a casa, me acabe el batido y me fui a dormir. Increíble, en una casa con cuatro niños no oí nada de nada, ruido hicieron pero yo descanse cual marmota.

No me desperté como una rosa, ni mucho menos, la verdad que mis piernas decían "dejalo, descansa, que ayer nos usaste demasiado", y efectivamente, según mi aplicación del reloj habia recorrido mas de 10 km en toda la noche, y la verdad que me había sentado solo en las pausas. Pero dejé de oir a mis piernas por unos gritos que venian del comedor "mamaaaaaa!, mami chula!" y ya ni dolor de piernas, ni nada... tenia 4 niños con mamitis reclamando atención. Hice el almuerzo, mientras ellos se comian un cocido completo con su pringue y su pan, pero me llamaba mas la cama
que esa fuente llena de garbanzos, pollo, tocino, morcilla, chorizo... lo pienso y se me hace la boca agua pero no, el sueño podía mas, y eso iba a suponer que pronto me daría hambre. Y asi fué, me levante de la siesta que me comía un cocido y lo que hiciera falta. Cogí el caldo, con la zanahoria, media patata y el puerro del cocido, y lo trituré todo; despues le añadí picado el pollo y me salio sin haberlo pensado un plato muy rico que complete con una naranja. Me sació y me fui a trabajar. Yo dormiría como una marmota, pero lo que se avecinaba era un verdadero día de la marmota. Menudo domingo de caminatas entre lineas, cargando cajas, llevando producción de un lado a otro... Hambre? pues no, la verdad que menos que el sábado, y a la ansiedad ni se la ocurrió aparecer. Hice mi merienda, mi batido para cenar, y las tortitas de arroz fueron con chocolate como recompensa a lo bien que me estaba portando (porque yo lo valgo)... Volver el lunes fue mas facil, se notaba que había dormido y aunque llevaba las piernas destrozadas, la vuelta en el coche fue tranquila y sin sobresaltos.

En resumen, puedo decir que aunque las hubo excusas para comer, y comí, no tuve que saltarme la dieta, y me alimenté como mi cuerpo estaba pidiendo. No sé si podre mantenerme fuerte todos los fines de semana, pero este primer turno de noche ha sido muy llevadero y me ha dado motivos para mantenerme fuerte ante cualquier excusa que me llevara a salirme del redil.

284 días con sus noches para poder gritar ¡Conseguido!



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